jueves, 15 de marzo de 2012


El profesor tradicional y el docente del futuro
Por Randy Wynta Banton
 
Desde antes de nuestra concepción, es sabido que cada uno de nosotros nacerá con aptitudes distintas, con formas diferentes de percibir las cosas y más aún, con formas propias y distintas de actuar ante los acontecimientos que en el mundo se nos presentan; tomamos un rumbo en la vida de acuerdo con nuestra forma de ver el mundo y de las oportunidades que este nos ofrece según nuestras competencias. Igual sucede cuando elegimos alguna profesión, podemos estar todos desarrollándonos dentro de ella; pero sin duda, no lo hacemos de la misma forma y en el ejercicio de la docencia pasa igual.

Cada docente tiene su forma especial de transmitir su conocimiento, muchas veces esto depende de varios factores, su edad, su contorno, su casa de enseñanza, la aptitud de sus estudiantes, su propio dominio del tema y las herramientas con las que  el mismo cuenta para propulsar su labor; sin duda este unos de los principales factores que nos hacen poder distinguir entre  un profesor tradicional y el docente del futuro.

Se comenta que en entre las décadas de los 60’s y 80’s en nuestro país los docentes tenían una forma distinta de ejercer la docencia, no eran solo vistos como los docentes sino que también tenían casi los mismos derechos que un padre sobre los estudiantes, se imponían castigos; algunos más fuertes que otros, pero sin duda la disciplina era el factor preponderante, tanto así que los docentes velaban a toda costa porque que esta siempre reinara en los salones de clase.

En su mayoría los docentes fueron en sus tiempos estudiantes sobresalientes, que habiendo acabo la secundaria ya fungían como docentes; en esos tiempos no se contaba con avances tecnológicos ni con infraestructuras lujosas, los cálculos siempre fueron a mano y en ocasiones no se contaba ni tan siquiera con un libro de texto.

Los profesores tradicionalmente impartían sus lecciones con ayuda de un pizarrón que en esos tiempos era de tamaño variable al igual que la cantidad de estudiantes a los que se les daban las lecciones y el lugar en el que se impartían las mismas.

Se decía que los profesores siempre tenían la razón, eran los poseedores de la verdad y por ende eran incuestionables, se hacia lo que el profesor decía sin titubear, sin cuestionar una orden y basta.

Las clases siempre eran magistrales, con el profesor exponiendo la materia a sus estudiantes un proceso rígido pero que por las condiciones de esos tiempos no permitía hacer un cambio.

El profesor era visto como aquel que se encargaba de enseñar a los hijos de otros y con potestad para “educar” o “disciplinar” a esos niños. El ambiente en ocasiones un tanto frio; y es que no se pensaba que no cualquiera podía ser educador, algunos lo eran por no encontrar cabida en ningún otra disciplina, otros por tradición familiar, algunos por gusto por la enseñanza y algunos otros por vocación, entre otras razones.

El docente tradicionalmente presentaba la materia a sus estudiantes en un pizarrón, mostraba ejemplos y posterior a ello asignaba ejercicios a sus estudiantes sin que se diese el más mínimo roce o contacto entre él y sus estudiantes distinto al de meramente transmitir su conocimiento, no se preocupaba por la salud emocional de sus estudiantes y por tanto no se tomaban la molestia de interactuar con ellos en un plano distinto.

Con el pasar del tiempo esto se fue haciendo más evidente y se empezaron a hacer cambios, los profesores se empezaron a involucrar más con sus estudiantes pero el proceso de enseñanza seguía siendo el mismo, aquel caracterizado por el empleo de tiza, un pizarrón y los estudiantes como entes pasivos escribiendo lo que su docente les indicaba.
Los exámenes eran hechos a mano por los docentes y hasta en ocasiones las ilustraciones que en ellos se encontraban que no siempre eran las mejores.

Se trabajaba entonces con ejercicios de cantidad reducida y el profesor se limitaba a exponer sus conocimientos haciendo más notoria la necesidad de un cambio en ese proceso mecanizado y rutinario que cortaba la creatividad desde la raíz y no permitía desarrollar las competencias individuales a plenitud, se quería entonces ya no solo transmitir el conocimiento, sino fungir como un mentor o un guía en ese proceso de enseñanza aprendizaje en el que se encontraban inmersos.

Y es que el principal problema era que los profesores al ser considerados poseedores de la verdad llegaron al punto de simplemente no aceptar ningún comentario negativo sobre su labor, los estudiantes no podían corregir ninguna actividad realizada por ellos ya que eran castigados o simplemente ignorados.

Poco a poco se empiezan a ver cambios, se incorporan a las clases las construcciones geométricas con papel de construcción, experimentos científicos, bombas, cantos, bailes, concursos de deletreo, oratoria y otras actividades de esparcimiento; los docentes empiezan a ver otras formas de educación, vinculan la naturaleza a sus lecciones y dan paso a convertirse no solo en educadores sino en educandos  comprenden que no solo deben enseñar sino que también en ese proceso ellos aprenden.

Con el paso del tiempo al ir viendo las dificultades a las que muchos estudiantes se enfrentan y al descubrir que no hay una “única” forma de enseñanza se empieza a hablar de las inteligencias múltiples y la importancia de dar a los estudiantes diferentes formas en las que los mismos puedan adquirir y construir su propio conocimiento. Ya no solo se reciben lecciones con ayuda de tiza y un pizarrón, ya empiezan a surgir avances tecnológicos que a la postre vienen a ayudar a que el proceso de educación evolucione y brinde más y mejores opciones de enseñanza.

Se introduce en las escuelas y colegios la enseñanza de la computación o el uso en sí de un computador y se empieza a ver que este tiene una gran aceptación por parte de los estudiantes, se trata ahora de capacitar a los demás docentes en el uso de las mismas con el fin de que puedan emplearlas para renovar sus lecciones y darles un toque más atractivo ante los ojos de los estudiantes, quienes día a día van canalizando todos los avances tecnológicos que van surgiendo.

Sin duda no es un proceso fácil y existen quienes ya acostumbrados a su forma de enseñanza por tanto tiempo se opondrán y oponen resistencia a este cambio, la incursión del computador al salón de clase y de actividades más interactivas, de grupo, con comunicación con el profesor permitiendo una atmosfera de confianza y calidez es lo que se requiere.

Aunado a esto se ve como otros profesores poco a poco empiezan a ver en el computador un elemento muy oportuno para volver a captar la atención de sus estudiantes y no es solo esto sino que tradicionalmente los estudiantes eran vistos como un todo sin aludir a sus diferencias; ahora se espera que el profesor del futuro sea aquel que tenga la capacidad para ver tales diferencias y realizar las adaptaciones curriculares que exijan esas peculiaridades y/o características individuales de cada estudiante y de cada grupo social al que se enfrente ya el mismo en su quehacer tiene y tendrá que tratar con grupos humanos complejos y plurales en los que encontrará con minorías étnicas, religiosas, culturales y sociales. El aula y la institución educativa fungirán como el espacio para el contacto entre esas culturas, en el que el profesor tendrá que  vigilar y mediar en las interacciones que se den de manera que estas respeten las diferencias y profundicen en la comprensión intercultural.

Se verá como la introducción de la tecnología generará más cambios, esperemos que todos para bien; induciendo a una mutación radical en los modos y métodos de enseñanza y en la misma ecología del aula, por tanto este profesor del futuro deberá comprender el proceso de enseñanza como un proceso evolutivo y por ende tendrá que tener la capacidad de cambiar con flexibilidad y sin resistencias y promover estrategias constructivas y en la nueva retórica de la comunicación, que permitan de esta forma mejorar el proceso educativo desde todos sus puntos y favorecer aún más que la educación en nuestro país llegue a convertirse en el modelo ideal de educación que queremos ver.

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